segunda-feira, 14 de março de 2011

Metales, fracturas, fatiga y fe

La salida de un sistema dogmático, como los de las religiones tradicionales, se parece mucho a la fractura de los metales. Lo cual parece hasta natural.
El caso perdido es un rígido ideal, le aplicás fuerza y en el mejor de los casos lo conseguís alejar, jamás modificarás su mente para ser flexible. Solo si cambia algo fundamental en su naturaleza.
El resto de las personas, las que no han sufrido una infección tan profunda por el virus de la fe, tienen sus fases previas a la fractura, es decir a ese quiebre que representa el desechar una religión.

Ante el ejercicio de la razón se explora elásticamente la crítica. Cuando le cargás con pensamiento el tipo flexa, cede, dice que ciertas críticas son ciertas. PERO, cuando habla con otro retorna a su posición original, y baila y festeja las mismas cosas que había declarado insostenibles en una charla previa.

El que ha sido flexado más allá de cierto punto y sin que haya ido de vuelta a que lo "enderecen" a su culto, pasa posteriormente a una fase plástica en donde y no regresa a la misma posición y ya baila con menos interés porq le tiene ya sabor a delirio su fantasía.

Este tipo plástico es el que conversa contigo y es el más ateo, y después conversa con el creyente y es medio no tan creyente, pero por ejemplo defiende que la creencia "no es nio tan mala".

Quien a sido expuesto a la razón y a la crítica de la flaqueza de sus creencias entra en fluencia, y será cada vez menos simpatizante hasta que el quiebre se dé.

Finalmente el quiebre se dá y uno se abre de las patranhas. Ahora bien, todavía hay que desechar los trozos de la mierda rota y para ello hay que convencerse de que romper el trozo ese fue una buena idea. Sino uno guarda los pedazos porq para algo pueden servir.

Demás está decir que los que ha sido deformado y roto por un esfuerzo que irónicamente se parece más a una fatiga era un antiguo y todo retorcido elemento de tortura, que ahora se mantendrá bien lejos en la basura.

Quien quiera mantener su instrumentito casero de tortura manténgalo. Pero por favor, no lo lleven a nuestras casas, a nuestras escuelas, a nuestro congreso, o a nuestros hospitales. Hay demasiados problemas reales en el mundo, para que nos vengan a romper con sus problemas imaginarios.

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